He estado esta mañana en la "Jornada para el diseño curricular en Extremadura".
Se supone -entiendo que tal era el objetivo de la administración al organizar este acto- que tendríamos que salir del Palacio de Congresos de Mérida con un potente chute pedagógico de LOMLOE en vena, dispuestos a difundir la palabra en nuestros centros.
No es mi caso.
Demasiados años oyendo frases hechas: «es un momento propicio para el cambio», «la sociedad cambia vertiginosamente y la escuela no puede quedar atrás», «estamos ante un reto enorme e ilusionante»...
Demasiada grandilocuencia, que a menudo encubre una palabrería inane: enfoque competencial, situaciones de aprendizaje, saberes básicos, perfil de salida...
Demasiado papel, que todo lo soporta.
Vendrán enseguida otros que traerán las mismas frases hechas y otra palabrería inane. Y, con toda seguridad, otro papel.
Mientras tanto, cada día en los centros educativos nos desangramos en otras lides: mendigar de la administración educativa los recursos materiales y humanos necesarios para atender a nuestro alumnado.
El problema no está en los papeles. Está en la realidad.
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