14 octubre, 2017

Un profesor se despide

Hace unos días recibí en el instituto un par de libros. No los había pedido; ni siquiera los conocía. Lo agradecí igualmente, porque, como escribí hace 20 años en la revista escolar de mi instituto, los libros son mi casa.

Uno de ellos lleva por título Un profesor se despide, y lo ha escrito Ricardo Fernández Aguilà. Todo lo que huele a aula ejerce sobre mí un atractivo mesmérico e irresistible, el atractivo de una de las pocas patrias que amas, por más que en ocasiones tengas la sensación de no ser correspondido. Así que me lancé a la lectura.

El libro contiene las notas de clase del último año en activo de un profesor de Secundaria. Como artificio novelesco, el autor hace que esas notas las lea (y las comente, aunque muy de pasada) el profesor sustituto, tras encontrarlas entre las carpetas atiborradas de papeles que el profesor recién jubilado había dejado en el departamento.

Se trata, en definitiva, de una memoria sentimental y literaria de la asignatura de Lengua Castellana y Literatura de 1º de Bachillerato. Tal vez la memoria que la administración debería requerir de sus profesores, y no esos documentos inertes y mostrencos en que nos vemos enredados al principio y al final de cada curso. Es la memoria de un profesor que se pone frente a sus alumnos sin más armas ni parafernalia que su palabra y sus textos. Que cada cual saque sus conclusiones de la experiencia.

Una lectura para docentes, escrita por un docente que, evidentemente, ha amado su profesión.