¿Puede haber una Educación Secundaria sin lenguas clásicas? Por supuesto que puede haberla. No se va a acabar el mundo porque los ciudadanos no sepan latín ni griego. Hagámoslo, pues; prescindamos de lo prescindible.
Pero entonces habremos de preguntarnos qué es lo prescindible: ¿puede haber una Educación Secundaria sin Filosofía, sin Plástica, sin Tecnología, sin Música, sin Educación Física...? Pues también. Seguiríamos expidiendo impunemente títulos.
Lo que debemos plantearnos no es si puede haber Educación Secundaria sin lenguas clásicas, sino qué queremos enseñar a un estudiante de Secundaria y, sobre todo, qué esperamos de ese estudiante en el futuro. Si pretendemos que el estudiante de Secundaria llegue a ser un adulto que conozca y respete su pasado, que sea capaz de interpretar el presente a la luz de sus raíces históricas y culturales, que pueda sustentar sus opiniones gracias a una sólida formación, en ese caso hemos de impulsar las disciplinas humanísticas y, entre ellas, las lenguas clásicas. En caso contrario, sigamos con esta deriva, pero no nos extrañemos de encontrarnos la sociedad que tenemos, ni nos rasguemos las vestiduras al ver las aberraciones de que somos capaces: nosotros mismos hemos instruido esa sociedad.
Por otro lado, si privamos a los estudiantes de Secundaria de un primer contacto con las lenguas clásicas, cada vez será más difícil que haya estudiantes de latín y griego en Bachillerato y, por ende, en la universidad. Corremos el riesgo de, en un futuro no muy lejano, no contar con nadie que pueda leer textos clásicos (gran parte de ellos aún sin traducir), textos que son un pilar fundamental para nuestra civilización.
Así pues, señores y señoras responsables de la educación, sin querer ser alarmista y sin que suene a amenaza, piénsenlo bien: si deciden aniquilar el estudio de las lenguas clásicas, estarán contribuyendo a la destrucción del humanismo. Ni más ni menos.
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